«REMEDIOS CASEROS» – RASGOS DE PLUMA – ABELARDO M. GAMARRA (EL TUNANTE) – LIMA, 1910

REMEDIOS CASEROS

Ojalá no le duela á Ud. nunca la rabadilla, no teniendo médico á quien llamar.

_ ¡Ay! le dirá á su mujer de Ud. la primer vieja que encuentre por la calle, así estuvo el hijo del marido de la comadre de Francisca.

_ Y con qué sanó ?

_ Con la raíz blanca del ajo macho: sóbele Ud. la RABA tres veces al día: antes de la salida del Sol; cuando el Sol llega al medio día; y cuando está cayendo la tarde; y verá Ud.

Viene su mujer, y le narra el encuentro, échase á buscar la dicha raíz, y da principio a las sobadas. El tal ajo macho por poco no le hace a Ud. un hijo macho, produciéndole un enronchamiento y comezones de padre y muy señor mío.

La pobre mujer alarmada por las comezones, vuelve a preguntar, qué será bueno para ellas.

_ Para las comezones ? dice la cocinera, no hay como el cogollo de la siempreviva: se agarra, se muele, se echan dos granitos de maiz blanco, una gotita de limón, cuatro barbas de chivo capón y la punta del cuerno del siervo; se agarra y se frota bien, mañana y tarde, dándole de beber al enfermo el agua de la pimpinela, el toronjil y la manzanilla.

Echese Ud. a buscar el cuerno del siervo y las barbas del chivo capón.

Entre la recaudera y su marido, llegan á conseguir los adminículos, y Ud., infeliz mártir de dolores y comezones, se somete al tratamiento de la cocinera; pero ni se aminoran los dolores, ni se quita la comezón.

_ Imposible, dice la lavandera, ¡qué barbaridad! las barbas del chivo son calientes: el señor lo que necesita son cosas frescas; así estuve yo con unas comezones que no me dejaban, hasta que vino el marido de mi comadre, y le digo a Ud. que en dos pasadas, como con la mano.

_ En dos pasadas de qué ?

_ ¡Ah! qué bruta soy, del berro, con la raíz de chicoria y el nitro: no hay como el nitro.

Se dá á beber en ayunas, después de persignarse.

La señora envía por los berros y el nitro y Ud. se persigna y hasta reza con la señora lo que se le antoja: el brevaje le relaja el estómago y ya tiene Ud. tre capellanías a cuestas.

Continúan las consultas caseras y las recetas idem.

«Que le den el rabo del cui (sic) ó las orejas del pericote blanco.»

«Que se busquen las flores del higo, con la semilla del plátano guineo.»

Ni el cui tiene rabo, ni flor el higo, ni el plátano semilla.

«Eso es el calor, y así estuvo el nieto de la madre del tío de mi abuela la tuerta.»

«Le ha de haber penetrado el frío, necesita cosas calientes: cuidado que vaya á comer carne de puerco: el puerco es un veneno.»

«Que le den agua de churgapes.»

Comienzan los remedios cochinos.

«El sebo de la rata pelada, con las uñas del alacrán.»

«El buche de la gallina con mantequilla rancia.»

Y entran los remedios pestíferos.

«Los orines del zorrillo con la porquería del perro.» (¡Qué cochino!)
Y vuelven los remedios fragantes.

«Las flores del jazmín del cabo, con la madreselva y el clavel.

Y entran los minerales.

«La piedra imán y el agua del fierro caldeado.»

Paso á los místicos.

«La vara de San José, la yerba de la vírgen: tres hojitas.»

En seguida los supersticiosos.

«Que lo sobe una niña que esté para casarse, ó le ponga la mano tres veces una recién embarazada.»

Los colores; «la lana prieta y el algodón paco.»

Los líquidos; «el agua de mote; el juguito de las hojas del aire.»

Los sólidos; en fín, Ud. se embaula la creación bajo todas sus formas y manifestaciones: viejas y mozas, caseros y sirvientes, todos recetan.

No falta gente que le diga á su mujer de Ud.

«NIña, llévese de mi mal consejo: córtese la punta de las trenzas y métalas, sin que el señor lo sepa, debajo de la cama, rocéelo Ud. con la leche de sus pechos, y cuando esté dormido tápelo Ud. con su camisa de dormir, echándole tres veces el vaho: enciéndale Ud. una lamparita ä San José y amárrelo Ud. cuando lo cure con sus ligas.»

Este medicamento medio místico, medio amoroso, medio pagano y medio cristiano, seduce la imaginación de la pobre mujer y, el día menos pensado, amanece Ud. como una Marica con fustanes.

Así se muere Ud., ó así sana: si lo primero, la señora dice: «pobrecito: con qué resignación tomaba las barbas del chivo!» si lo segundo: «agradece, dice, á mis pobres trenzas;» entre tanto ni lo uno ni lo otro: la misteriosa naturaleza produjo lo que debía, y Ud. murió ó vivió porque tuvo el pescuezo duro ó la pata fácil de estirar.

Los pelos de la cabra, la punta de oreja del pericote, el cogollo agarrado por mano de doncella, las uñas del gato recién nacido, las muelas del venado, el nido de la culebra, la cola de la gata capada, la cresta del gallo pelado, las patitas de la cucaracha Martina, la cáscara del huevo del gilguero, el resuello de la alicuya, las plumas del cargache, el piruro de piedra azul, los ojitos de la torcaz, et., etc., son adefecios que no pueden tener virtud ninguna.

ABELARDO M. GAMARRA (EL TUNANTE)
RASGOS DE PLUMA.
LIBRERÍA FRANCESA CIENTIFICA._ E. ROSAY EDITOR.
LIMA – 1910.
pp. 46-49

~ por nemovalse en septiembre 21, 2012.

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